domingo, 26 de abril de 2020

ESPÉRAME AL OTRO LADO

Ayer dormimos a Layka.

Hace nada me decía a mí misma cuán afortunada era por llevar tanto tiempo sin despedir a un familiar...y ayer se nos fue uno.

Quince años en los que, intentando encontrar su sitio, formó parte de todos nosotros. 

Quince años en los que no logré estar a su altura y le cedí el testigo a la misma persona que me otorgó la vida. 

Quince años se fueron en aquél envase de 7 kilos de pelo, carne, hueso y resiliencia.

Quince años.

Layka vivió una separación; intentó aprender a quedarse sola en casa y no pudo; saltó como un muelle al recibirnos cada vez, para llegar a la altura de nuestra cara mientras sus patitas la dejaron; nos mordisqueó, arañó y lamió los pies, cuando ya no fue capaz de saltar tanto. Y nunca la entendimos...Su energía descontrolada exasperaba a todos. Y ella sólo buscaba su sitio.

Una nube blanca surcó su ojo y su visión de la realidad se redujo a la mitad. Empezó a asumir que el sitio la había encontrado a ella...

Vomitaba ansiedad. Toda esa ansiedad que ya no desfogaba saltando...Quizá nunca terminó de digerir que yo no volviera del todo, a pesar de que estaba en las mejores manos...

Contra todo pronóstico pasaban los años y seguía enérgica y fuerte: un tumor en la boca, una infección intestinal severa,... al más mínimo tratamiento reaccionaba y se reseteaba. Parecía querer durar para siempre. Sobrevivirnos,..No sentía tener permiso para marcharse.

Llegó otra nube que blanqueó el ojo sano...sus oídos se apagaron. Sólo le quedaba su viejo y fallido olfato.

A sólo dos días de dormirse me sintió llegar de visita e intentó lanzarse desesperada por el hueco de la escalera. Quería llegar a mí. Daba igual cómo...

Pero ayer sí cayó y su energía menguó.

La llevamos sin saber muy bien qué pasaría. Layka siempre sobrevive...Layka es fuerte..Nos hemos despedido de ella tantas veces y tantas veces ha vuelto...Que su final me pilló por sorpresa...

El mismo respeto que sentía por aquella viejita luchadora fue el que nos empujó a decidir que no merecía que la torturaran más. Que tocaba descansar de tanto buscar. Que le permitíamos irse con total libertad...y que la misma persona que no había estado a su altura en vida, tenía el compromiso de ayudarla a cruzar con dignidad...

Aún siento su olisqueo buscando el olor de mi cuello al dormirse...y su cuerpo peludo y enmarañado entre mis manos abandonarse casi sin resistencia al sedante. El peso de su cabecita en mi pecho pidiendo sostén...La deshice de su collar. Fuera ataduras. Sin nada que la ate a esta pena que hoy me rompe. LIBERTAD: el mejor regalo que podía darle...La besé. Le di calor a su corazón. Sostuve sus patitas que daban brinquitos buscando apoyo...Y se fue...

Se fue y me contuve temiendo que aún pudiera sentirme. Y llegué a casa y lloré. Me dormí llorando y llorando desperté. Porque ya no está. Porque otra vez la dejé atrás. Ahora definitivamente...

Le pedí perdón.
Le dí las gracias.
Le dije que la perdonaba por haberme mordido una vez al bajarla del sofá.
Y le recordé que la quería tanto, que esperaba que al cruzar me recibiera ella...

Ayer se cerraron quince años de varias vidas.

No tengo palabras para agradecer a mi madre tanto esfuerzo en su día a día. O a mi hermano por tanto respeto al observar desde la puerta mi ritual de despedida. Su apoyo. Su compañía...Por abrazarme con la mirada en este momento en que los abrazos no pueden darse. Gracias. Por tanto...

Ayer dormimos a Layka...y fue un gran honor "llevarla de la mano" hacia esa puerta de embarque. Ojalá me despidieran a mí con ese amor algún día...A pesar de los años...a pesar de los daños...A pesar del Amor...