La verdad es que te añoro.
A día de hoy tengo dos años más de los que tenías tu al marcharte, lo que supuso mucho tiempo de desazón, como un punto negro en mi subconsciente.
41...era una difícil cifra.
42...el duelo por haber llegado y seguir. Sin ti...
43...
Echo de menos un reencuentro.
Debates de una mujer adulta y segura con un hombre sabio que ya no está...Debates que nunca se dieron. No en estas condiciones.
Echo de menos tu punto de vista. Hablar sobre lo que está pasando en este país convulso y no llegar a un acuerdo.
Y enfadarnos. Y estar días sin hablarnos pero reconocer, en nuestro fuero interno y a nuestro pesar, que el otro nos ha hecho pensar.
Repasar nuestro concepto de PATRIA, de RAÍZ...y obligarte a darte cuenta de que mi visión no es más que un desarrollo de la tuya.
Reconocer que contigo, del amor al odio hay un paso. Y volver a conocerte ahora, que siento que vibro en armonía conmigo y mi entorno.
Me enseñaste a ser complicada y a no integrarme por serlo. A sufrirlo...Ahora lo entiendo todo. Gracias por eso....
Te añoro. Habiendo aceptado nuestro destino. Tu destino...Me gustaría escucharte reaccionando a este inicio de guerra entre hermanos, en esa ciudad que nos queda a tres horas, pero que está más cerca de lo que parece. Como siento que está aquella España que heredé, donde votar era una celebración y no un mal circo.
Necesité escucharte cuando se iniciaron los robos a cara descubierta: de nuestros derechos, nuestro dinero...cuando nos introdujeron en un sistema de manipulación calculada y desvergonzada. Y cuando también los tuyos, anclados en su confort, ya no recordaban nada...Y tu ya no estabas.
A veces me pregunto si con los años se apagan los fuegos de ciertas luchas. Me cuestiono si, de haber estado aún aquí, te habrías encogido de hombros, acomodado, o habrías continuado arreglando el mundo desde tu espacio limitado.
Ya no lo sabremos.
Pronto hará 25 años que nos quedamos sin saberlo.
Te añoro...Y te escribo mientras escucho a Ismael cantando "Papá cuéntame otra vez".
Considero, resignada, que nunca me contaste lo suficiente. Quizá porque no te lo pedí lo suficiente...
Nos faltó tiempo para repetir historias pero, sobretodo, nos faltó tiempo para crear otras nuevas.