sábado, 3 de octubre de 2020

DIARIO DE UNA PANDEMIA II

Desde mi taza de café con canela observo el humo flotar a contraluz de este aire que se ha vuelto tan inseguro.

Intento mantenerme en el aquí, en el ahora, en el líquido ardiente que se aferra como un pañuelo a mi garganta...Y soy consciente de que este control de la mente durará lo que dura un café...

...Y ya acabó...y vuelvo a pensar que no creo en un virus que nos haga romper con todas las leyes de la biología y del funcionamiento de nuestro sistema inmune. No creo en algo que nos obligue a separarnos de los nuestros, a convertirnos en autómatas, refugiados sin campo,...porque las consecuencias serán peores que la propia muerte...

Creo en el control. En el interés por no permitirnos pensar independientemente. En una guerra biológica y dialéctica donde se tratan de silenciar voces alternativas a las fuentes oficiales, aunque el argumento utilizado se base en lo científico, pero tenga que lidiar con lo que se decide a nivel político. Sin base alguna...Sin criterio demostrable. Sólo el paternalismo. Sólo alimentar el miedo...

Creo en la guerra de las ondas, de las redes, de los medios audiovisuales, en la persecución y censura de todo lo que les es ajeno. Mientras, nos mantienen despistados y nos envían mensajes subliminales todo el tiempo.

El que me conoce sabe que no temo enfermar de un virus. Temo al miedo, a la ceguera, a la ignorancia, el egoísmo, la maldad, la sed de poder, el ego extremo, la condescendencia, la manipulación,...Temo a lo que me hace sufrir como ser humano por estar en desventaja, lo que incluye otros problemas de salud a los que no se está atendiendo en la actualidad. Quizá padecer una enfermedad que la farmacopea quiera controlar rompiendo con mi lado femenino, ayude a esta visión de las cosas.

Nos pretenden reiniciar...que temamos mostrar afecto. Algo tan necesario en el ser humano desde el momento en que nace...Nos obligan a taparnos con la idea de frenar un contagio que se dará en todos, tarde o temprano, porque algo sacado de laboratorio no se va a evaporar de la noche a la mañana.

Pretenden que hagamos de la calle, un quirófano, y que nos alejemos de los nuestros porque ahora son extraños y son peligrosos, olvidando la inutilidad de pretender tales cosas, porque en los quirófanos hay bacterias que infectan y sin los nuestros, no somos nada.

Lo he repetido muchas veces y vuelvo a hacerlo: si esta es la solución, prefiero morirme. Y no me tiembla la voz al decirlo ni la mano al escribirlo...no quiero verme en 30 años...vieja, sola, sin nadie que me toque para recordarme que sigo aquí, ni habiendo olvidado la sensación del tacto de otra persona...que igual es lo único que me haría reaccionar si la memoria se borra. 

No quiero interpretar sólo las miradas..quiero envolverme en las caras conocidas, las queridas, las que me hacen palpitar...y quiero seguir teniendo la libertad de respirar y de ver respirar a los demás.

No quiero ver a varias generaciones enfermas del síndrome del orfanato, dejando de llorar o de sentir, porque no hay nadie al otro lado para escucharlos. Sencillamente, no quiero. Porque es tan peligroso el humano sin empatía, como un virus de laboratorio no aislado, o una vacuna express con intereses económicos.

No quiero convertirme en policía de balcón: juzgar, "malmirar" o denunciar al que no sigue las normas, porque no me pagan para eso. No soy el perro sabueso de nadie. Teniendo en cuenta la existencia de un organismo oficial superior al estado en materias de salud, que ha desaconsejado tan absurdas medidas, no me presto a un juego que disfrazan de solidaridad, como en cualquier régimen autoritario. Solidaridad es dar información y facilidad de acceso sobre tratamientos demostrados frente a este problema y no su supresión o demonización. 

Y es que no puede ser que nuestra más valiosa herramienta: EL AMOR, sea motivo de censura. El AMOR, lo contrario al miedo. Igual que no podemos perder la perspectiva de que vivir en una burbuja es lo más parecido a morir poco a poco...


2 comentarios:

  1. Gracias por expresar lo que otros sentimos, de una forma tan bella y clara.

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  2. Gracias a ti, por valorarlo. Podría callármelo, pero creo que si tengo cierta habilidad para plasmarlo, puede hasta ser un apoyo a quien no encuentra cómo decir lo que piensa. No estamos solos. Sólo que hacemos menos ruido...Un abrazo

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