Cuando entramos a casa toda nuestra familia se ha convertido en Playmobil (texto de no más de 155 palabras)
Entró por casa llamándoles, pero no obtuvo respuesta. No estaban. Los juguetes de su hijo pequeño, sembrados por toda la casa...
Espera, llamadas, preguntas a los vecinos,...nada. Se los había tragado la tierra.
Pero se fijó en los Playmobil de su hijo...¡son ellos!
Angustiada recuerda su deseo al soplar las velas del pastel de cumpleaños:"que estén conmigo para siempre"... - Pero el universo la había malinterpretado.
Y así, presa de su amor desesperado, cambió su vida: todos los días guardaba cuidadosamente los muñecos en sus cajitas, hasta la mañana siguiente. Luego decidió hacer más: compró la granja de Playmobil, el parque de atracciones, el centro comercial,...Y la llamaron loca.
Fue acusada de secuestro y, como sólo pedía sus juguetes y contaba absurdas historias sobre ellos, la ingresaron en un psiquiátrico. Los especialistas decidieron separarla de su obsesión. Y fue así como ya, nunca más, recuperó la razón. Ni la vida...
Tenemos que tener cuidado con aquello que deseamos y sobre todo saber que, a quien amamos, por mucho que duela, moleste o desconcierte a veces, es autónomo y tiene vida. Y que esa vida se acaba, tarde o temprano. No podemos intentar retener a nadie como si fuera un muñequito a nuestro lado, para siempre inanimado. Hoy dije adiós a una persona que, sin saberlo, ha creado -más que llenado- un hueco en mi ser como persona. Supuse que mi madre sintió lo mismo cuando me marché de casa para estudiar en otro lugar y, según ella, seguramente no volver jamás. Y ella sufrió. Y me animó como nadie a continuar mi camino.
ResponderEliminarEstoy absolutamente de acuerdo contigo. De hecho, el texto lo creé partiendo de esa premisa. Me alegra que, en cierta manera, te hayas visto reflejado y lo hayas interpretado desde mi propio punto de vista. Es bonito descubrir que no se está sola cuando se reflexiona sobre estas cosas.
ResponderEliminarMucho ánimo con tu nueva etapa. La adaptación a una nueva realidad cada vez que desaparece alguien de nuestra vida no es cosa fácil, pero nos ayuda a crecer, a evolucionar, y a crear espacios para personas nuevas a las que no permitíamos entrar antes por ceguera. Nadie sustituye a nadie, sin duda, pero a veces abrimos siempre la misma ventana sin prestar atención a las otras. Es hora de "airear la casa".
Un abrazo y ¡gracias por leerme!