Se miran en un charco y no se reconocen. La cara es distinta a la que encuentran en los espejos o a la que aparece en las fotografías. Sucede en el Parque de Las Ranas...
Salí de la Biblioteca. Había leído sobre el mito de Medusa. Divagaba sobre lo injusto de su fortuna. Pensaba en su ausencia de culpa pues, víctima del abuso sexual y de poder de Poseidón, Atenea la había convertido en monstruo. Presa de los celos, llegó a ordenar a su hijo Perseo que la ejecutara.
Dioses demasiado humanos...¿Quiénes eran aquí los mostruos?
Al pasar por la Fuente de Las Ranas, observé a una joven pareja que lanzaba una moneda al agua. Seguí su itinerario y pude ver lo que me devolvía mi reflejo. Me acerqué.
Serpientes sobre mi cabeza...
Sorprendida, escudriñé la imagen. Lo que el reflejo me devolvió fue el destello de unos ojos chispeantes.
Intenté moverme. No pude...Quise hablar, pero mi voz quedó atrapada en el frío pétreo de mi garganta.
Era ella...Y mirarme fijamente me había petrificado dejando así, a Perseo, sin venganza que ejecutar.
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