domingo, 28 de abril de 2019

HOY...ES MAÑANA

Tengo la sensación de que hoy se decide algo importante. Me pasa siempre, desde hace unos años, que cuando llega este día me acuerdo mucho de los que no están.

Miro atrás y veo lo que nos ha dado su historia. Me acuerdo de los que lucharon por nosotros, arriesgándose cuando una dictadura no permitía opinar. Ni discrepar...Ni respirar...De los que vivieron el cambio en primera persona y me incluyeron en él. Hasta que se fueron. Y el cambio quedó flotando inerte, como si de alguna manera hubiera dependido de ellos.

Me acuerdo de los que trabajaron desde niños. De aquellos a los que sacaron del colegio para darle sustento a sus padres y hermanos. Aquellos a los que les robaron su infancia por la jodida mala estrella de haber nacido pobres.

Recuerdo, también, cómo me contaron que esa historia se hizo bucle generación tras generación, y cómo la idea de plantearse tener educación era una utopía.

Me acuerdo de los que iban a votar, fijándose bien en la insignia del partido que, por fin, reconoció su derecho a cobrar por el trabajo de toda una vida. Sin saber leer...ni escribir...pero dando su voto con fe y agradecimiento, confiando ciegamente. Como el náufrago que, preso del pánico, se agarra al tablón.

Me acuerdo de mí misma, de muy niña, presenciando en la tele, en nuestro único canal, el ensañamiento de un hombrecillo ridículamente brillante con un animal imponente e indefenso. De cómo ciertas tardes, en hora taurina, se me permitía ver a un animal sufriendo mientras intentaba tragarme la merienda, que no bajaba. Y de cómo mi cabecita daba vueltas intentando justificar aquello. Aún hoy no puede hacerlo.

Me acuerdo de los gritos de las monjas hasta mearme encima en el colegio, por no saber ser lo suficientemente mártir a la hora de pedir disculpas. Y de recibir coscorrones con el sello de un anillo parroquial, por no apartarme cuando me tomaban una foto el día de mi comunión y estar ocupando el caprichoso paso del cura. Como si recibir el cuerpo de Cristo te dotara de sensores traseros....

Me acuerdo de la primera vez que voté y de cuán lejanos me parecían los problemas de este país entonces.

Me acuerdo de cuando votaron mis hermanos pequeños. Y de la tradición de ir en piña a ejercer nuestro derecho y deber. Muchas veces con dudas porque lo teníamos ya todo y la política ya entonces consistió en empezar a arrebatarnos.

Hoy se juega mucho...demasiadas cartas sobre la mesa, jugadas en un póker lleno de faroles...no queda otra salida que encomendarme, que elegir, ahora que aún puedo.

Por todos aquellos que no están y que, de alguna manera, me regalaron sus historias para que hoy no quiera volver atrás. Por mí misma porque, como ellos, necesito creer en algo.

Porque en este país, aunque a veces se esfuerce en olvidar, debe existir la memoria.

Y por los que vienen detrás, a quienes deberíamos incluir en nuestra historia.




1 comentario:

  1. Admirable como plasmas tus sentimientos,tu pasión me contamina,sigue escribiendo Cristina,sigue adelante.

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