domingo, 23 de julio de 2017

SEÑALES...

Llevaba tiempo preguntándose cuándo se había sentido una niña por última vez .

Comprando fruta en el supermercado, entre productos semi-frescos recién sacados de cámaras de frío, sintió una revelación: en medio de cerezas y papayas alcanzó a ver un pequeño grano de color rojo brillante. Una semiesfera casi perfecta, del tono maduro de las fresas en su punto y con el brillo natural y vivo que superaba el resplandor inerte de las ceras artificiales de la fruta.



Una sonrisa se soltó de su rostro, nostálgica y agradecida, y rememoró sus reflexiones infantiles: "Los sarantontones son como gitanitas con alas".



Pensó en recoger al bichito y soltarle en la calle, pero ver al frutero tan malencarado le hizo creer que quizá su función era alegrarle el día a otros. Así que se alejó, convencida de que el universo le había respondido, y de que no todos los días se tiene la fortuna de encontrar vida como esa en un bodegón de naturaleza muerta.

viernes, 21 de julio de 2017

DIARIO DE UNA ESPÍA

Era una espía rusa.

Su vida había transcurrido entre complicadas misiones en las que se había jugado la vida. Tantas veces...


Había amado y dejado marchar o desaparecido sin dar explicaciones. Rompiendo corazones de hombres íntegros que habrían dado por ella hasta el pulso de sus venas.

Decidió no ser madre, como otras tantas mujeres...pero con la tristeza de haberlo deseado tanto que sus entrañas gritaban de desolación. No era una persona. Era una espía.

Se había prostituido en alguna de sus misiones.

En cada nueva trama de su existencia sabía que podría suceder cualquier cosa. Su cuerpo no le pertenecía. Era una pieza en el tablero de la mafia. La mejor.

Con sus manos había parado, para siempre, el aliento de muchos hombres y mujeres dispuestos a todo. No lo sentía por ninguno. O eran seres indeseables o eran daños colaterales de alguna misión imprescindible. Muchas veces, aún siendo inocentes, era preferible la muerte de uno frente a la de cientos.

Su cuerpo firme, fuerte, esbelto, atlético,...se había entrenado para mantenerlo.

Sin vida personal, sin sueños tontos que cumplir, esperaba morir joven o envejecer formando parte de los altos mandos de su organización. No existía otra cosa en su mundo.

Ahora trabajaba en un centro hospitalario. Debía dar con el objetivo y aniquilarlo, pues la misión lo requería. Observaba a aquellos auxiliares ataviados con bata blanca, que la exasperaban. Trataban a todos como si fueran idiotas. Cuando en realidad, si conocieran tan sólo un resquicio de su existencia, se mearían de miedo encima. Pobres diablos...

- Vamos, Doña Eugenia, es la hora de su gimnasia.- Le dice uno.

Es bien guapo. Perfectamente podría sumarlo a su lista de amantes, pues la espera de entrar en acción se estaba eternizando. Sería un entretenimiento perfecto. Pero no debía perder la concentración ahora...Algo le decía que estaba cerca del desenlace. Una lástima tener que renunciar a ese placer, pero lo primordial era el cumplimiento de la misión. Quizá al acabar....

El auxiliar siente verdadera empatía y lástima por aquella mujer. La ve tan misteriosa, tan inaccesible...es desolador observar cómo se marchita cada día. Siempre tan sola...Su familia no viene a visitarla y su hijo había dicho, literalmente, al entregar sus papeles en admisión: "No puedo con esta vieja loca. Háganse cargo de ella".



Ambos se alejan por el sendero que lleva a la sala de fisioterapia. El joven auxiliar empuja la silla de Doña Eugenia, mientras el sol matutino dibuja sus siluetas. Avanzan, en silencio, hacia un nuevo día. Cada cual inmerso en sus pensamientos...

lunes, 17 de julio de 2017

TALLER DE ESCRITURA. RETO 2. EL LIBRO

Salgo de clase y decido comprar un libro. Cuando lo comienzo a leer, veo que el argumento cuenta mi vida, llegando a recordarme historias propias que tenía olvidadas o secretos personales que nadie conoce (elaborar un relato que no supere las 155 palabras).

Cierro el libro de golpe, abrumada, desconcertada. Observo la portada buscando respuestas: "La vida". Anónimo.

Intento ordenar mis pensamientos...si alguna vez hubiera escrito un diario, sería este.



Busco el título en Google: no hay resultados.

Vuelvo al bazar y pregunto si tienen más ejemplares: es el último de una edición limitada y no recuerdan cuántos han vendido.

Salgo del bazar y llamo a la editorial, pero hasta el lunes no me atenderán.

Me pregunto si, al margen de descubrir las razones de esto, deseo leer hasta el final: ver pasar toda tu vida ante tus ojos en un momento parece una oscura premonición. Creo que no es buena idea acabarlo. No lo haré.

Decidida (y supersticiosa), decido donarlo a la biblioteca. No soy capaz de destruirlo, pues los libros son sagrados y no puedo permitir, como escribiría Cervantes, "la muerte de aquellos inocentes".

sábado, 15 de julio de 2017

TALLER DE ESCRITURA. RETO 1: LA MUJER DE LA AVENIDA.

"Una mujer camina sola por la Avenida Marítima antes del amanecer. Voy camino del aeropuerto y estoy sentada en el asiento trasero de un coche. La miro: viste elegantemente y lleva tacones. Se cruzan nuestras miradas..." (escribir un relato que no supere las 155 palabras).



...Y me veo en sus ojos. ¡Soy yo! Mi mente se dispara intentando entender...Como hace días, cuando supe que era adoptada.

Arriesgándome a perder mi vuelo le digo al taxista que pare. Debo hablar con ella.

Salgo del coche a su encuentro. Se gira y me observa: primero, curiosidad. Después, asombro.

Superada la impresión inicial, conversamos: es palmera y vive aquí hace semanas. Ahora está volviendo de un viaje a Madrid.

Curioso...a Madrid pretendo llegar hoy...

Intercambiamos contactos, pero anoto su número y...¡es el mío!

Levanto la vista y ya no está. Tampoco el taxi. Y entonces, un sobresalto: ¡el despertador!

Me levanto y me lavo la cara: el agua desincrusta el sueño totalmente, que resbala por mi piel y se pierde para siempre desagüe abajo.

Evoco mi conversación con mamá: punzada en el estómago...el secreto duele al asomar.

- Vuelve en tí, anda...

Llamo a un taxi. Me voy a Madrid.

jueves, 13 de julio de 2017

20 AÑOS NO ES NADA (2ª PARTE)

Yo tenía 20 años. Él, 29.

Yo era una chiquilla asustada: por el futuro, por la inexperiencia, por la vida,...

Él se dedicaba a la política. Era concejal de un partido con el que nunca me sentí identificada. Pero eso, en realidad, no tiene ninguna transcendencia.

Después de haber visto nacer a un hombre desde el agujero del suelo de una fábrica, después de haber presenciado su mirada de terror y de alegrarnos de que volviera a la vida, no se nos dio un respiro. Y él...él se llevó la peor parte.

Le sacaron de su vida desde una estación de tren y, sin ningún arte de magia, fue introducido a la fuerza en un coche. Él, que siempre se negó a llevar escolta, a pesar de vivir en un "punto caliente" del país.

Inmediatamente, se nos informó de lo sucedido: le habían secuestrado. Igual que al renacido. Pero esta vez, con la amenaza de sacrificarle si no se les daba lo que querían. 48 horas. Y empezó la cuenta atrás...

Noticiarios, programas especiales, radio, manifestaciones,...y el tiempo pasaba. El despliegue policial se puso a prueba y no hubo rincón que no se registrara...menos el adecuado.

Mareas humanas, manos alzadas, lazos azules y un solo sentimiento. Un solo grito: BASTA YA.



Gordos, flacos, altos, feos, bajos, guapos, rubios,...

Abogados, estudiantes, jubilados, niños, adolescentes, amas de casa, maestros, obreros, panaderos, hosteleros, taxistas,...todos marchábamos con el mismo fin: el sentimiento compartido de un deseo. La exigencia unificada de una libertad que nunca debió ser arrebatada.

Llorar de rabia, luego de esperanza. Pensar que aquella "Crónica de una muerte anunciada" quizá no terminara siendo tal. Hablar de ello a todas horas, durante dos días. Soñar con ello. Autoconvencernos de que era un farol y que teníamos en nuestra mano el poder de parar esa barbarie. Porque ya estaba bien. El vaso estaba rebosante, colmado, desde hacía tiempo. No lo cambiaríamos por otro mayor con el fin de seguir aguantando. ¿A qué venía esa desfachatez, esa provocación...?Tendrían que venir a por nosotros, en todo caso. Éramos más, mejores personas,...no podían ganar.

¿Y él? Solo. Encerrado en un agujero...¿sería consciente de su situación real? Daba igual...Llegado el momento, impacto ardiente en la nuca...rodillas al suelo...nuevo impacto...todo negro...Se acabó.

La sensación de derrota fue inmensa. Llantos de rabia, de dolor, de impotencia,...deseos de despertar. No podía ser cierto...Pero no despertamos. Ninguno...Todos deseamos tomarle el pulso y dar con él...Pero no despertamos: ni nosotros de nuestra pesadilla, ni él de su descanso forzado sobre un manto verde...Verde y rojo.

Y volvimos a la calle. Las avenidas se llenaron de gente en todas las ciudades de España. Todos necesitábamos compartir nuestro sentimiento. Algunos salimos con la intención de gritarles que no se les perdonaba. Que ya estaba bien. Que ellos mismos habían marcado su final....pero nos encontramos con personas que marchaban en silencio, llorosas...Con gente cabizbaja que había malgastado su rabia en las últimas 48 horas y a la que ahora sólo les quedaba la pena. Todos, unidos, marchamos con la conciencia de que acudíamos a un entierro. Y así fue.



20 años después, considero que Ortega Lara y Miguel Ángel Blanco lograron movilizar un país entero. Pienso que, con ellos, les llegó la representación a todas esas víctimas olvidadas del terrorismo en España y, por fin, todos nos hicimos partícipes de ese dolor y de esa injusticia. 

Pero está claro que nunca llueve a gusto de todos...en un país donde la religión ha sido más castrante que justa, muchos pretenden "beatificar socialmente" la imagen de Miguel Ángel. Yo pienso que todas las víctimas de tantos años de terrorismo etarra merecen un mismo reconocimiento: el respeto. La diferencia, con Miguel Ángel, es que nos amenazaron a todos. Y todos nos hicimos partícipes de esa lucha y deseamos con toda nuestra alma que le liberaran o que le encontraran con vida. Porque fue un secuestro expréss, cruel y en directo, que se metió por medio de la tele en nuestras casas. Y porque si acababa bien, acabaría bien para todos.

A pesar del tiempo transcurrido, de vez en cuando me acuerdo de Miguel Ángel Blanco y de lo que significó para mí estar presente en ese momento de la historia de España. Sigo sintiendo rabia y la cicatriz sigue doliendo cuando la toco, pero asumo que lo más bello de todo es que gracias a él y al peso de la memoria de todos los anteriores, fuimos, por fin, Fuenteovejuna. Mantenerle vivo, a él y al resto, sólo dependerá de que no le olvidemos y de que su memoria no sea manchada por la lacra de los intereses políticos o los debates sin sentido de las redes sociales. Porque eso, no es respeto.

Y observando la facilidad con que aquellas heridas se vuelven a abrir al recordar, así como la ligereza con la que nos atacamos vilmente cuando no estamos de acuerdo en estos asuntos, descubro que hemos olvidado el valor de lo aprendido...Y me reafirmo, una vez más, en que veinte años no son nada...




domingo, 2 de julio de 2017

20 AÑOS NO ES NADA...

Al menos no en mi memoria...

20 años, 532 días, 17/01/1996, 3 metros de largo, 2.5 de ancho, 1.8 de alto, 56 cm de diámetro, 3 compartimentos, 23 kilos menos...

Parecen meras cifras, pero es el giro de una vida. Ayer leí la noticia: "20 años de la liberación de Ortega Lara", quien fue secuestrado un 17 de enero de 1996 y liberado 532 días después.

Casi año y medio...¿Te lo puedes imaginar?...Una persona está sin trabajo año y medio y se desespera.

Hay quien tiene pareja y al año y medio se da cuenta de que no siente lo mismo hacia ella, para bien o para mal.

Un bebé de año y medio ha evolucionado en su desarrollo de forma impresionante.

El opositor que pasa año y medio preparándose sus pruebas, se siente seguro ante ellas.

Un enfermo grave cambia en ese tiempo, ya sea hacia la mejora o hacia la muerte.

¿Pero qué pasa cuando alguien decide arrebatarte la vida durante ese tiempo? El reloj se para...tan solo el ruido de las máquinas te hace pensar que se trata de un nuevo día. Pero tú sigues ahí, casi sin luz, con el cubo de mierda a un lado y el de agua al otro, cerrando los ojos muy a menudo para intentar rememorar la luz del sol y el olor de los tuyos...nada. Otro día más.

Entre llantos silenciosos, lamentos ahogados y conversaciones internas, tratas de pasar las horas leyendo (benditos libros) y soñando con volver a casa. El olor es tan nauseabundo ahí adentro, que añoras hasta el aroma de tu comida más odiada. Quieres abrazar a tu mujer, tomar a tu hijo en brazos, sacar a pasear a tu perro y hasta salir a tirar la basura cuando todos se escaquean.

Esa mancha de humedad en la pared, te recuerda a algo...es como el árbol que tienes a la entrada de casa. Tu casa...con tu agua caliente, tus mantas peludas, tus zapatillas de andar por casa,...Recuerdas hasta el detalle del deshilachado en la alfombrilla de la entrada. Todo esto te mantiene vivo.


Te miras las manos...han cambiado. Ahora son huesudas y te duelen al agarrar el periódico, incluso. Esta humedad te está matando. Lees el diario. Quieres ver si cuentan algo de ti, si están investigando tu secuestro. Pero nada. Al menos nada significativo. La realidad que te presentan a ratos no es tu realidad, en absoluto. Es su realidad.

¿Qué pensará tu mujer de ti? ¿Volverás a verla? Quizá le repugne este cuerpo castigado por el cautiverio. Este olor, esta debilidad...Ni siquiera tus manos podrían acariciarla ahora con deseo. Estás tan cansado...Quizá sea mejor morir aquí. Puede que lo haga...

Cuento los pasos: cuatro adelante, dos a la derecha, dos a la izquierda, cuatro pasos atrás,...podría ser un baile, casi. Pero es mi prisión. Mi agujero. Mi danza es con la muerte.

Oigo deslizarse los cerrojos de la pesada puerta. Y les oigo gritar al otro lado ¿Qué quieren ahora? Se abre la puerta...linternas, armas, miedo...me meo encima, literalmente. Tanto desear morir para hacerlo ahora de forma así de indigna...

¡Está aquí!- gritan- Señor, venimos a liberarle. Tranquilo, todo ha terminado.- Me dice uno.

No le creo. Vienen a sacrificarme. Soy un ratoncillo acorralado, encaramado a una viga de la que no pretendo soltarme. No he deseado tanto salir a la luz del sol para que me saquen y me maten como a un animal enfermo ante su majestuosidad. Que lo hagan aquí mismo, si quieren hacerlo...No concibo que mi final vaya asociado a algo tan ansiado como a la magia del bendito sol.

Pero son mis rescatadores: Me sacan por un tubo de 56 cm de diámetro, por el mismo por el que había entrado hace tanto...Y por él salgo a la vida, como en un canal de parto...la luz me hace daño, tengo frío, estoy agotado, desorientado, quiero llorar a pleno pulmón, me cuesta andar,...Soy el único recién nacido de la historia que anda sobre su propio pie aunque, en realidad, soy un renacido.



Pongo mi contador a cero, porque aquí comienza de nuevo, la vida. Mi vida. Con 23 kilos menos...