Salgo de clase y decido comprar un libro. Cuando lo comienzo a leer, veo que el argumento cuenta mi vida, llegando a recordarme historias propias que tenía olvidadas o secretos personales que nadie conoce (elaborar un relato que no supere las 155 palabras).
Cierro el libro de golpe, abrumada, desconcertada. Observo la portada buscando respuestas: "La vida". Anónimo.
Intento ordenar mis pensamientos...si alguna vez hubiera escrito un diario, sería este.
Busco el título en Google: no hay resultados.
Vuelvo al bazar y pregunto si tienen más ejemplares: es el último de una edición limitada y no recuerdan cuántos han vendido.
Salgo del bazar y llamo a la editorial, pero hasta el lunes no me atenderán.
Me pregunto si, al margen de descubrir las razones de esto, deseo leer hasta el final: ver pasar toda tu vida ante tus ojos en un momento parece una oscura premonición. Creo que no es buena idea acabarlo. No lo haré.
Decidida (y supersticiosa), decido donarlo a la biblioteca. No soy capaz de destruirlo, pues los libros son sagrados y no puedo permitir, como escribiría Cervantes, "la muerte de aquellos inocentes".
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