Al menos no en mi memoria...
20 años, 532 días, 17/01/1996, 3 metros de largo, 2.5 de ancho, 1.8 de alto, 56 cm de diámetro, 3 compartimentos, 23 kilos menos...
Parecen meras cifras, pero es el giro de una vida. Ayer leí la noticia: "20 años de la liberación de Ortega Lara", quien fue secuestrado un 17 de enero de 1996 y liberado 532 días después.
Casi año y medio...¿Te lo puedes imaginar?...Una persona está sin trabajo año y medio y se desespera.
Hay quien tiene pareja y al año y medio se da cuenta de que no siente lo mismo hacia ella, para bien o para mal.
Un bebé de año y medio ha evolucionado en su desarrollo de forma impresionante.
El opositor que pasa año y medio preparándose sus pruebas, se siente seguro ante ellas.
Un enfermo grave cambia en ese tiempo, ya sea hacia la mejora o hacia la muerte.
¿Pero qué pasa cuando alguien decide arrebatarte la vida durante ese tiempo? El reloj se para...tan solo el ruido de las máquinas te hace pensar que se trata de un nuevo día. Pero tú sigues ahí, casi sin luz, con el cubo de mierda a un lado y el de agua al otro, cerrando los ojos muy a menudo para intentar rememorar la luz del sol y el olor de los tuyos...nada. Otro día más.
Entre llantos silenciosos, lamentos ahogados y conversaciones internas, tratas de pasar las horas leyendo (benditos libros) y soñando con volver a casa. El olor es tan nauseabundo ahí adentro, que añoras hasta el aroma de tu comida más odiada. Quieres abrazar a tu mujer, tomar a tu hijo en brazos, sacar a pasear a tu perro y hasta salir a tirar la basura cuando todos se escaquean.
Esa mancha de humedad en la pared, te recuerda a algo...es como el árbol que tienes a la entrada de casa. Tu casa...con tu agua caliente, tus mantas peludas, tus zapatillas de andar por casa,...Recuerdas hasta el detalle del deshilachado en la alfombrilla de la entrada. Todo esto te mantiene vivo.
Te miras las manos...han cambiado. Ahora son huesudas y te duelen al agarrar el periódico, incluso. Esta humedad te está matando. Lees el diario. Quieres ver si cuentan algo de ti, si están investigando tu secuestro. Pero nada. Al menos nada significativo. La realidad que te presentan a ratos no es tu realidad, en absoluto. Es su realidad.
¿Qué pensará tu mujer de ti? ¿Volverás a verla? Quizá le repugne este cuerpo castigado por el cautiverio. Este olor, esta debilidad...Ni siquiera tus manos podrían acariciarla ahora con deseo. Estás tan cansado...Quizá sea mejor morir aquí. Puede que lo haga...
Cuento los pasos: cuatro adelante, dos a la derecha, dos a la izquierda, cuatro pasos atrás,...podría ser un baile, casi. Pero es mi prisión. Mi agujero. Mi danza es con la muerte.
Oigo deslizarse los cerrojos de la pesada puerta. Y les oigo gritar al otro lado ¿Qué quieren ahora? Se abre la puerta...linternas, armas, miedo...me meo encima, literalmente. Tanto desear morir para hacerlo ahora de forma así de indigna...
¡Está aquí!- gritan- Señor, venimos a liberarle. Tranquilo, todo ha terminado.- Me dice uno.
No le creo. Vienen a sacrificarme. Soy un ratoncillo acorralado, encaramado a una viga de la que no pretendo soltarme. No he deseado tanto salir a la luz del sol para que me saquen y me maten como a un animal enfermo ante su majestuosidad. Que lo hagan aquí mismo, si quieren hacerlo...No concibo que mi final vaya asociado a algo tan ansiado como a la magia del bendito sol.
Pero son mis rescatadores: Me sacan por un tubo de 56 cm de diámetro, por el mismo por el que había entrado hace tanto...Y por él salgo a la vida, como en un canal de parto...la luz me hace daño, tengo frío, estoy agotado, desorientado, quiero llorar a pleno pulmón, me cuesta andar,...Soy el único recién nacido de la historia que anda sobre su propio pie aunque, en realidad, soy un renacido.
Pongo mi contador a cero, porque aquí comienza de nuevo, la vida. Mi vida. Con 23 kilos menos...
Tan desgarrador como necesario... felicidades por otro gran relato.
ResponderEliminarMuchas gracias, Tina. Un abrazo.
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