Hoy le ha vuelto a suceder...
El monstruo que vive en sus entrañas ha vuelto a hacer acto de presencia. Ha mordido sin piedad su vientre clavando los dientes de sierra en un ataque sostenido y vil. Sin dejarla respirar. Otra vez...
Se pregunta qué ha hecho mal. Se cuestiona cómo es posible tanta lucha, por tanto tiempo, para sacar ese parásito hiriente de su cuerpo...y se viene abajo. No entiende este castigo por ser mujer. No lo comprende. Fuerte, luchadora...no sabe si este cansancio supone una rendición o un reponer fuerzas para seguir adelante. Para resistir...
Pero hoy no. Está demasiado exhausta. Y puede que mañana tampoco, ni la semana que viene. Realmente no tiene ganas de seguir.
Y aunque una voz interior le grita que debe hacerlo, por ella y por todas las que son como ella, se permite caer. Ya habrá tiempo de levantarse...
Este reto le toca superarlo sola. Nadie puede sostener su dolor: ni el físico, ni el del alma. Ese que la tortura, que no la deja sentirse a la altura. Como si ser más o menos hembra se midiera por un rasero.
Ahora calla...espera a retomar fuerzas para continuar. Desconoce si lo hará resignadamente o con más ahínco. No lo sabe. Y no quiere decidirlo ahora. Sólo desea cerrar los ojos y no sentir nada por un espacio de tiempo.
Ya se levantará, paciencia...Hoy le ha tocado caer con tanta fuerza, que trata de adaptarse al frío y la dureza del suelo. Al golpe que la ha tirado de bruces.
Y se acuerda de Frida. Y quiere ser como ella regalando a todos su propia imagen de resistencia, aún percibiendo que hoy su cuerpo se le ha roto. Que se rompe un poco cada vez.
Desde los pedazos, planea sacar la fuerza y volver a ponerse en pie.
Ya lo hará, ya...Puede que mañana empiece...
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