Érase una vez una piara de cerdos que, cuando se unía, salía por el mundo a ensuciarlo todo con sus excrementos. Sin respeto ni pudor alguno, se cagaba impunemente en la vida de los demás.
Bromeaban y presumían de sus actos con otros cerdos que, a su vez, guardaban silencio y reían con gran maldad. Como viejos puercos desdentados.
Pero sucedía que los cerdos no se sabían tal cosa. Creían, ilusos de sí, que eran lobos. Y pensaban que sus manchas de mierda ácida y nauseabunda, eran propias de esta especie regia y hermosa.
En otra parte del mundo existía una lobezna muy confusa. Alocada, rebelde,...creía equivocadamente que era tan solo una cerda. Un día se topó con la piara. No recuerda muy bien cómo, pero acabó untada de mierda por todas partes. La obligaron, incluso, a comerla. Y la dejaron tirada cual cerdo degollado en una esquina del matadero.
Nuestra lobezna gritó valiente de rabia. Dio un paso adelante en nombre de toda la comunidad loba, aún a riesgo de ser juzgada por todos.
Cuando gritó soltó un aullido. Tan lastimero, tan profundo, que no hubo más remedio que escucharla. No se trataba de un aullido propio, sino uno representativo de todas las lobas heridas. Así descubrió quién era en realidad y animó a otras lobas a romper su silencio.
La piara chilla negando ahora su "hazaña" con un grito repugnante y chirriante, difícil de soportar: que la loba quería, dicen. Que disfrutaba revolcándose con ellos en su mierda, dicen. Y que pareció no importarle que la abandonaran sola, indefensa y despellejada.
Es lo que sucede cuando un cerdo juega a ser lobo...que no sabe hacerlo.
La comunidad cerda también chilla. Chilla que no los quiere, que les repudian. Chillan que no están dispuestos a compartir lodazal y comienzan a entender, por primera vez, lo que es sentir asco.
Algunos les defienden, aún a riesgo de ser expulsados de su especie y es que...hay quien ni siquiera es digno de ser cerdo.
Ahora debe decidir un juez, pero desconocemos su especie. Y lo cierto es que...omitiendo pruebas de peso y admitiendo otras propias de la Santa Inquisición, nos hace sospechar que estamos ante un cerdo con piel de lobo...
Decida el juez-cerdo-lobo lo que decida, la comunidad cerda rechaza ya a la piara. Y si salen a la calle nuevamente, la comunidad loba, la verdadera manada, los vigilará de cerca. Es posible incluso, que todas las lobas que sean dignas de serlo, aquellas que no permiten que nada las coarte, les enseñen cómo actúa un lobo de verdad. Porque no dudarán en despedazarles a dentelladas para defender a los suyos. Sin mierdas que untar. Sólo a garras y dientes...
Porque una loba herida se lame sus dolores y se levanta. Pero un cerdo que ni siquiera es cerdo, chilla y se revuelca por temor, aún sin heridas.
Que cada uno asuma ahora su papel....y es que el cuento, desde la Edad Media, ha cambiado mucho...
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