Te despiertas y no reconoces ni la habitación de la casa. Llegan unos niños que no conoces y te abrazan. Te miras en el espejo y no eres quien creías que eras al acostarte. Luego sales a comprar el periódico y te saludan con un nombre que no es el tuyo.
(...)
El quiosquero se alegra de verme. Se emociona. Casi sollozando me pregunta que cómo estoy. Dice que no se puede creer este milagro. Con lo que he pasado...
Se acerca una mujer joven que se tapa la boca ahogando, sin éxito, un grito:
- Ana, ¿cómo estás?
Estoy soñando. Seguro. ¿Quién es Ana? ¿Quién es la mujer que se refleja en el cristal de la marquesina de enfrente?
Me considero una traidora. Soy una gran farsa. Y ellos me tocan, me abrazan, me transmiten su cariño sin conocerme realmente.
- ¡Te veo estupenda! ¿Qué te dicen los médicos?- . Pregunta la chica.
- La verdadera pregunta es...-añade el kiosquero- ¿cómo se siente uno con el corazón de otro ser humano latiendo en su pecho?...Pobre mujer. Bendita sea por su generosidad y que Dios la compense por su mala estrella. Qué curiosa, la vida.
Si ellos supieran...
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